Artículo publicado en el nº 13 de la Revista Contraluz. Editada por la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico. Año 2022. pg 131 a 136.
Este artículo es una reflexión sobre los tres términos que componen el sintagma del título. Conceptos articulados que resumen y fundamentan mi particular manera de interpretar y practicar la actividad fotográfica.
Realidad
Como un texto escrito por múltiples autores y en variados géneros se despliega la realidad del suceder temporal. Una realidad objetiva y pluralista que no es producto de la imaginación, ni proyección de la psique subjetiva y particular del sujeto (idealismo), sino que es material y nos viene dada (realismo), entendiendo lo material no en un sentido grosero y primario, sino como lo expone Gustavo Bueno en sus Ensayos materialistas 1; como la conjugación o symploké de los tres géneros de materialidad, es decir; lo corpóreo o tangible, lo psicológico o sensitivo y lo lógico o conceptual. Un acontecer visible poliédrico y multiforme que se manifiesta y se muestra a los sentidos, espacial y temporalmente, a través de múltiples configuraciones de singulares morfologías, tonos, acentos, desarrollos y relaciones. Es lo que llamamos realidad, mundo fenoménico o aspectábilis, esa exterioridad inabarcable e inaprensible de la que hasta el principio del siglo XIX, dejando a un lado los avances de la ciencia en algunos campos, sólo a través de la palabra, el verbo (literatura, filosofía, oratoria…) y las artes representativas (pintura, teatro, escultura, grabado…) se podía dar cuenta de ella para reproducirla, describirla, interpretarla, retratarla, narrarla.., como el cuerpo perecedero y contingente de lo constituido o acontecido.
Pero la palabra y las artes figurativas tradicionales, por su propia naturaleza, no podían, ni pueden, traspasar la distancia entre el objeto y su representación por muy fiel que sea la ejecución de la obra o la descripción / narración del acontecimiento. Una distancia que se acorta o desaparece en parte con el surgimiento en la primera mitad del siglo XIX de la fotografía, producto y consecuencia como explica Diego Bagnera en su artículo Cómo y por qué hemos llegado a la fotografía 2, de una necesidad espiritual del hombre, que logra impresionar y fijar en un material bidimensional sensible a la luz, las morfologías reales del mundo en su devenir temporal visible. Un acontecimiento de tal magnitud y transcendencia, que tras su desarrollo tecnológico a través del cine, la televisión formal y material, internet y el perverso metaverso, ha revolucionado no sólo el mundo del arte, especialmente la plástica, sino la propia percepción, idea, conocimiento y relación con el mundo de lo real.